El momento culminante de Blake tanto en el arte como en la literatura, fue la publicación de una serie de obras alegóricas. Primero apareció Las puertas del paraíso y enseguida Urizen y el libro de Thel. En ellas mostró por primera vez su técnica de grabado y comenzó a desarrollar su personal estilo de ilustración ornamental que, como el de Flaxman, se caracterizaba por la definición del trazo y el tratamiento severo y heroico. En sus inicios como artista Blake empezó a ilustrar libro y decoró con sus dibujos oscuros, y sin embargo perfectamente definidos. El Sepulcro, de Robert Blair y El libro de Job. En estas láminas se hace evidente que el artista cuando yerra, no lo hace por vaguedad, sino por la severidad del tratamiento.
Las ilustraciones de Blake que se pueden ver en los libros mencionados, se cuentan entre los dibujos más simples y sólidos que jamás salieron de un lápiz que, en sus mejores momentos, tendía justamente a los simple y lo sólido; resultaron eficaces tanto para Blair como para Blake, quién era más grande que Flaxman pero también más ecuánime. Era más duro que su maestro porque estaba más loco.