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Tlaloc dios prehispanico agua


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Tlaloc dios prehispanico agua


El agua simbolizaba para los antiguos mexicanos el fundamento de la vida. No sólo fue un elemento esencial para el desarrollo de las sociedades precolombinas sino que, al ser considerado la base de la supervivencia humana, ocupó un lugar central en sus ceremonias y ritos. Este líquido vital era considerado curativo. Por ello, los baños de vapor con piedras calientes y plantas medicinales, llamados temazcalli, «casa de vapor», eran espacios destinados a la purificación del cuerpo de cada individuo. Se creía que, gracias a la acción del agua en este contexto ritual, era posible renacer.

En el siglo XVI, Fray Bernardino de Sahagún y Fray Diego Durán reunieron información sobre la cosmovisión náhuatl gracias a la voz de sus informantes indígenas. En los textos que escribieron, titulados Historia general de las cosas de la Nueva España (1569)e Historia de las Indias de la Nueva España e islas de tierra firme (1581), respectivamente, trataron de explicar el significado del agua y de los dioses y diosas acuáticos en relación con las fiestas rituales del calendario.

Chalchiuhtlicue, «la de la falda de jade», era la diosa del agua, de los lagos, los ríos, los mares y los manantiales. Era también la esposa del dios Tláloc, hermana de los tlaloques y, usualmente, se le representaba como una mujer. Además, se relacionaba con otras diosas del panteón mexica, como Chicomecóatl, por su capacidad de fecundar la tierra en los ritos agrícolas. Gracias al libro de Sahagún, sabemos que en esta deidad se depositaba el poder de generar tempestades y torbellinos en los cuerpos de agua para hundir navíos y ahogar hombres a su voluntad. Sabemos también que Chalchiuhtlicue tenía un lugar privilegiado entre las deidades mexicas al ser patrona de los bautismos y protectora de los navegantes. 

Tláloc, «dios de la lluvia», era la deidad de los cerros, del agua y de la fertilidad. Según la cultura náhuatl, regía fenómenos meteorológicos como los relámpagos, los truenos, el granizo o las tormentas y, frecuentemente, se le asociaba a las cuevas. Sahagún señaló que este dios, Tláloc Tlamacazqui, era considerado habitante del paraíso terrenal y el responsable de dar a los hombres los mantenimientos necesarios para la vida.

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