A veces, leyendo la Biblica se dificulta no caer en especulaciones, como pensar en civilizaciones perdidas o viajes interplanetarios, para no caer en extremos, se acude a métodos, con el propósito de investigar el trasfondo y el contexto del hecho e intentar desentrañar la idea transmitida en el texto, preguntándole al discurso, quién y para quién escribe, dónde, cuándo y, literalmente, cómo está redactado. Asimismo, se sustenta teóricamente, que en cuestiones religiosas, es válida la de los símbolos.
Cuando la humanidad intenta explicar lo que está más allá de sus posibilidades de comprensión o de acceder a ese saber, le vienen bien los signos, los cuales son objeto de análisis, los mismo que su transformación en símbolos; esto, reconociento su proporcionalidad indirecta, ya que un símbolo es más rico en capacidad de información cuanto más inasequible sea su naturaleza y es fácil que dirija en una dirección errada, una posibilidad que aumenta, conforme nos proyectamos hacia el pasado.