Estos dos grandes escritores captaron una parte importante del volumen total de la atmósfera humana y la vaciaron a sus obras: el oxígeno puro de la creación literaria, el bios vital de la respiración del alma y el viento suave y dulce del pensamiento atravesando los territorios de la razón que espolvorean el polen del saber y de la filosofía en todos los idiomas.
Pila bautismal de transustanciación de esencias aéreas, de paracaídas y aeroplanos, de aerostáticos cantoyanos o ingrávidos salvavidas del espacio; cima de floridas transformaciones los hay todavía que hacen una ciencia de estos pormenores, y luego cursan maestrías o doctorados en el arte de entender, producir o traducir los retruécanos vivos que geométricamente se dividen en múltiples figuras de rodajas de aire, a tal grados que todos se ponen tan serios y togados que entregan y reparten Premios Nobel, es de Literatura, pero sin maestrías ni doctorados, a quienes amontonan cerros de palabras con la llave maestra de la escritura y devoran con los globos visuales a aquellos otros globos de tinta encerrados en las páginas de los libros.