Las ciudades fueron fundadas en sitios que de principio les aseguraban el recurso hídrico. Manantianles, ríos, lagos, fueron el primer abasto; conforme las urbes fueron creciendo, se hizo necesario aumentar la oferta de agua: Presas y acueductos aparecieron ya desde los grandes imperios clásicos. La tendencia llegó hasta el siglo XX, potenciada por la tecnología moderna. Los acueductos miden kilómetros, las presas albergan millones de metros cúbicos y se cuenta con pozos de varios centenares de metros.